23 may 2013

La silla mala...o cómo los muebles tienen la culpa de todo.

De seguro esta escena te resulta conocida: un niño está parado sobre la silla balanceándose, de pronto pierde el equilibrio y cae al piso. Enseguida empieza a gritar y chillar inconsolable. El adulto, ante el llanto del niño, exclama: "¡Silla mala, silla tonta, te voy a dar taz taz!" E inmediatamente empieza a golpear a la silla en actitud justiciera.

El niño -eventualmente- para de llorar y el adulto se siente convencido de que ha hecho un gran trabajo. ¡Nada más alejado de la verdad! Lo que ciertamente ha hecho es satisfacer el deseo natural que tiene ese pequeño ser humano de culpabilizar a otros por lo que le sucede. De no asumir su propia responsabilidad.
Es natural la tendencia de querer proteger a nuestros hijos, pero no debemos olvidar que nuestra función como padres no es pretender evitarle los problemas y las adversidades que la vida puede presentar, sino mas bien, capacitarlos y darles las herramientas para enfrentarlos.



Y todo empezó con una silla…


¡Qué común es ver a las madres, abuelas, tías y demás familiares, enseñar al niño a señalar a lo externo como responsable por su malestar!

Estamos criando hijos que tienden a pensar que sus errores o desaciertos son responsabilidad de otro, antes de mirar hacia ellos mismos. Esta falsa idea, los llena de ira, resentimiento, desánimo y otros sentimientos negativos en lugar de usar la experiencia como bagaje de conocimiento que les servirá en un futuro para superar otros problemas.

Ese determinismo externo es sumamente dañino: empequeñece, menosprecia y destruye la capacidad que tiene cada ser humano de ser dueño de su propia vida, amo de sus emociones y no esclavo de ellas; responsable de sus reacciones y sus actos.

Y pensar que todo comenzó con una "silla mala".

  • Sacando provecho a la situación Si tu hijo, sube a una mesa y se cae, aprovechemos la oportunidad de hacer de esta experiencia dolorosa un aprendizaje
  • Evalúa la gravedad del golpe: Si tu hijo se partió la cabeza y se está desangrando, no es el mejor momento para darle una lección al respecto. ¡Llévalo a una clínica!
  • Determina quién es el responsable: a veces sucede que es un accidente y nadie tiene la culpa. Otras veces fue culpa nuestra directamente. Si ese el caso, pide disculpas. He conocido casos en que los padres permiten a su hijos que los golpeen cual si fueran un mueble. Esto es gravísimo, ya que rompe el principio de autoridad.
  • En amor y no con ira : aunque en ocasiones la frustración de verlo caer te haga sentir tentado a a gritarle y usar palabras fuertes para llevarlo a entender su error, y así evitar un nuevo incidente de este tipo, NO LO HAGAS. Detente, tómate un minuto si lo necesitas, y cuando estés calmado habla con él; sólo entonces podrás comunicarte con éxito, usando un tono apropiado, con explicaciones acorde a su edad.
  • Está bien consolarlo: no estamos implicando que dejes a tu hijo llorar por horas. Consolarlo es importante. Es necesario que el niño pueda sentir que en nosotros tiene aceptación, apoyo y especialmente amor. Somos sus padres y es saludable transmitirle que puede venir a nosotros cuando se sienta lastimado o herido.
  • Enséñale la lección: es necesario que ayudes a tu hijo a tomar conciencia de la situación. Si ha sido responsabilidad suya, debe de entenderlo y asumir las consecuencias.Ciertamente nos demanda un trabajo extra, pero ¡bien vale la pena!


Claudia Vasquez. Psicóloga

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