5 may 2014

Estar "con"...o simplemente estar.


De todos es conocida la necesidad que tenemos las personas de sentirnos rodeados de otras personas, o lo que es lo mismo, nuestra necesidad de socialización. Somos seres sociales por naturaleza, y sentimos la necesidad de compartir nuestro tiempo con nuestros amigos, familiares, o con otras personas que a lo largo del día van haciendo esa labor relacional en la cual, nos retroalimentamos unos a los otros. 

Pero hago en este punto una diferenciación, entre estar con….los otros, o simplemente estar. Es tal la importancia que para todos tiene el sentirse parte de un grupo, o pertenecer a un grupo familiar o de amigos, que en ocasiones el estar con los demás, se convierte simplemente en un mero “paripé”, o en un trámite de pseudo compañía a través del cual nuestra autoestima se sienta reforzada, al percibir de alguna manera que “tengo amigos”, o “he quedado”, o “tengo una comida familiar…”. 

Pero ese estar con los demás, ¿es realmente estar con ellos?...Analizando algunas reuniones de amigos o familiares, muchas veces observamos que las personas se reúnen unas con las otras, pero dando la sensación de que simplemente están,…compartiendo un espacio físico pero no compartiendo sus almas, sus vidas, su tiempo….Algunos encuentros se transforman en conversaciones de tipo monólogo, con discursos descriptivos de lo que uno ha hecho, de lo que el otro ha hecho, de lo que uno piensa, de lo que el otro piensa…pero no hay lugar para la escucha, la retroalimentación, el acompañamiento real en “eso” en lo que el otro está, ya sea una preocupación, una narración de un hecho, etc…

El estar “ con los otros” se vuelve en ocasiones una sutil competición, de manera que solo utilizamos la información que el otro nos da, para registrarla en nuestro interior, y ver de qué manera yo la puedo superar, o en qué medida yo tengo o carezco de “eso” de lo que se está hablando. Esta es una manera de estar sin estar, uno continúa en su mundo, en su pequeña esfera, a pesar de estar acompañado y contactando con otras esferas. Lo que nos viene del exterior, solo nos sirve en estos casos para seguir inmersos en nuestras preocupaciones, en nuestras cosas, interpretamos y registramos lo del otro a través de las gafas de nuestra propia visión, sin hacer el más mínimo esfuerzo por ampliar un poco la imagen.

Es una permanente dificultad para abstraerse de lo de uno mismo, y desde este lugar, se hace realmente difícil el compartir de verdad. Más bien es un chequear, registrar, analizar lo que viene del exterior para poder estar permanentemente a la altura de lo que interpretamos que está sucediendo, para que nuestra autoestima no se resienta. 

No se puede compartir desde un lugar donde uno no está…es decir, uno solo comparte aquello que puede compartir, aquello que posee, o aquello que se encuentra en condiciones de poder ofrecer. Estar con los demás no debería ser una herramienta para alimentar nuestro ego o asegurarnos una buena autoestima. Estar con los demás es un compartir real, desde lo que cada uno es, y el goce y el disfrute proviene precisamente de la satisfacción de lo que yo puedo aportar, y lo que el otro me aporta a mi, me complementa, me hace disfrutar, o simplemente me gusta. 

Estar con los demás requiere de una visión más amplia, de la capacidad de tomar distancia con lo de uno mismo para poder “ver” de verdad al que tenemos en frente. “Escuchar” al otro no es desde mis propias preocupaciones, o desde la comparación con mis asuntos, …sino desde el vacío parcial de mí mismo, desde la apertura que permite el no juzgar, no comparar, no chequear con ningún fin….simplemente escuchar, asentir, entender, comprender, dar un espacio al otro para que pueda encontrar un lugar “real” de “intercambio”.

Os invito a que hagáis un experimento: Un día cualquiera, en un lugar cualquiera, con la persona que escojáis, pedidle que os hable a cerca de algo, os comente un problema, u os describa una situación vivida, lo que le apetezca compartir….Y entonces, escuchad….solo eso, escuchad….escuchad cómo habla, lo que dice, fijaos en la entonación, en la expresión de su cara, si lo dice con tristeza, si sus ojos reflejan algo…observad cómo se mueve, si gesticula, si está rígida o petrificada, si muestra alguna emoción….no tratéis de razonar, no escuchéis desde el intelecto, analizando lo que dice, …no aportéis vuestra opinión ( no os la han pedido), no le interrumpáis para contar algo similar que a vosotros os ha ocurrido…No,… simplemente escuchad, escuchad como si de repente nada supierais de la vida y nada hubierais vivido, ….simplemente estar CON esa persona, con lo que a esa persona le está pasando AQUÍ Y AHORA, y lo quiere compartir. Que tal? Fácil? Difícil?

Cuanto más difícil os resulte hacerlo, es indicativo del grado en el que estáis con vosotros mismos y no con el otro. 

COMPARTIR ES ESTAR EN LA ACTITUD DE APERTURA NECESARIA Y SUFICIENTE, DE MANERA QUE EL OTRO PERCIBA QUE LO SUYO HA SIDO TENIDO EN CUENTA POR TI, QUE LE HAS DADO UN ESPACIO A EL Y SUS ASUNTOS, INDEPENDIENTEMENTE DE LOS TUYOS. ESTAR “CON” LOS DEMÁS ES FRUTO DE UN INTERÉS REAL POR EL OTRO, PARA EL APRENDIZAJE, EL GOCE, EL DISFRUTE Y DEFINITVAMENTE, FRUTO DEL “AMOR” POR LOS DEMÁS. 



Ana B. Taboada- Psicólogo.

4 may 2014

Familias tóxicas

Una de las cosas más difíciles en Psicoterapia es integrar todo el dolor que nuestros propios familiares nos propician, sobre todo cuando somos niños.

Los aspectos culposos y vergonzosos del ser humano se gestan dentro del núcleo familiar, para un niño victima de maltrato o de abusos por parte de sus familiares esto es un drama que se articula en multitud de conflictos, por lado la impotencia para poder defenderse y por el otro esa necesidad de amor que no puede ser cubierta por las figuras más importantes para el infante, su padre, su madre y a veces los hermanos.

El gran dilema que esta situación genera es la cantidad de rabia y resentimiento que se anidan en la psique del niño, estando éste obligado a querer a su padres y familiares mal tratadores a pesar del los abusos o malos tratos.

Frases como “la familia solo hay una”, “como la familia no hay nada” nos llevan a creer erróneamente que debemos amar a nuestros verdugos. Pero ¿cómo puede una niña amar a su padre si este abuso sexualmente de ella o le propinó sendas palizas?

La idea de la familia perfecta es solo una quimera.

Socialmente somos educados a honrar a nuestros padres, a quererlos pese a todo, pero ¿Quién defiende la dignidad del niño? Crecer en un ambiente familiar violento, disfuncional se paga muy caro, pues en la edad adulta ese aspecto de la psique, el Arquetipo de niño-niña herido nos acompaña a lo largo de nuestra vida. Cuando este arquetipo está activo el adulto reacciona emocionalmente al igual que un niño, conectando con ese desamparo y abandono que sufrió en su más tierna infancia.

El arquetipo del niño-a herido está presente en muchos adultos que de forma inconsciente arrastran este dolor a sus espaldas. La falta de amor, de reconocimiento que vive el niño se quedo grabado en su psique y solo con un proceso terapéutico continuado puede ser integrada esta terrible herida en la psique.
El estigma de este arquetipo es el miedo, la inseguridad, el sentimiento de abandono, la falta de autoestima. La manifestación de este arquetipo se articula en enfermedades relacionadas con el aparato digestivo, bucales (dientes), adicciones, bulimia-anorexia, depresión, ansiedad…así como en relaciones basadas en la dependencia afectiva.

El arquetipo del niño-niña herido sería la punta del iceberg, pues si analizamos al clan familiar, a la estructura que conforma la historia de nuestros ancestros podemos vislumbrar que el dolor no es un acto casual, sino que por el contrario forma parte de nuestra novela familiar nos guste o no.
Inconsciente Familiar

Para poder comprender e integrar la realidad familiar dolorosa hemos de ampliar nuestro campo de visión. Pues somos el eslabón de una cadena, formamos parte de un clan en donde el dolor es como un testigo que pasa inexorablemente de generación en generación. Desde el punto de vista del transgeneracional (inconsciente familiar) como integrantes de un clan heredamos aspecto físico, carácter, y también heredamos los conflictos no resueltos de nuestros antepasados, somos víctimas de víctimas.

Ancelin Schützenber psicoanalista, analista de grupo – una de las primeras terapeutas que utilizó el psicodrama de Moreno en Francia – y profesora emérita de psicología en la universidad de Niza, en su libro ¡Ay mis ancestros! Pone de manifiesto el modo en que heredamos los conflictos, los traumas no sanados de nuestros ancestros.

“Somos menos libres de lo que creemos, dice Anne Ancelin, pero tenemos la posibilidad de conquistar nuestra libertad y de salir del destino repetitivo de nuestra historia si comprendemos los complejos vínculos que se han tejido en nuestra familia”.

Así repetir los mismos hechos, fechas o edades que han conformado el drama familiar de nuestros ancestros es para nosotros una manera de honrarlos y de serles leales. Cuando vivimos situaciones traumáticas dentro de la familia en muchas ocasiones son los hilos invisibles de lo “inconsciente” se ponen de manifiesto dentro del clan, no son hechos “sueltos” inconexos sino que por el contrario están conectados a la historia familiar.

Un niño maltratado no emerge de la nada, en la mayoría de los casos sus propios padres han sufrido los mismos abusos y situaciones dolorosas por parte de sus propios padres por ejemplo.
En psicoterapia es muy común encontrar a personas que sufren las consecuencias de ambientes familiares disfuncionales con una gran carga de dolor y de trauma psíquico.

Es un error común en muchos enfoques terapéuticos llevar al paciente a “perdonar”, acto muy noble por supuesto, pero que de poco sirve. Enfocar el conflicto desde ese prisma sin haber liberado antes el dolor y el resentimiento, sin haber comprendido todo el cuadro familiar de donde provenimos es un acto yermo desde el punto de vista terapéutico.

Anne Miller en su obra “El cuerpo no miente” manifiesta de qué forma esta doble moral “amaras a tu madre y a tu padre” crea en la persona una doble confusión de la que le es difícil escapar. Ser “buenos” por encima de todo, tragar cualquier tipo de humillación proveniente de nuestros padres y familiares es visto como un acto estoico, pero no nos confundamos, el sacrificio y la humillación por la que hemos de pasar no nos lleva a sanar sino todo lo contrario. Aceptar la propia verdad dolorosa dentro del sistema familiar duele, pero peor aun es negarla, pues todo lo que se reprime se imprime en el inconsciente y si de familias hablamos éstas tampoco se escapan del los hilos invisibles de la sombra.

En nuestro clan existe una novela, un drama particular del que todos los integrantes del clan son participes. La sombra en la familia no es plato de gusto para nadie, pero en todas las familias “cuecen habas”.
En fechas significativas como son las “navidades” muchas personas viven el conflicto de tener que reunirse con la “familia toxica” en definitiva con las personas que más les han hecho sufrir en su vida.

En la navidad llega el turrón pero también llega el tiempo de la hipocresía y el silencio contenido, de los no dichos, del juicio, la culpa…, por eso cuando nos acercamos a estas fechas nuestros pulmones se colapsan, no porque “cogemos frío”, sino porque vivimos un ataque frontal en nuestro territorio o porque el ambiente está contaminado con el polvillo de los asuntos no resueltos entre los integrantes de la familia.

La familia perfecta y unida vende, pero por desgracia esto no es la realidad, en los medios de comunicación somos contaminados con estas imágenes de perfección que solo nos llevan a la frustración pues no nos vemos reflejados en ellas, sino todo lo contrario.

Si estamos inmersos en la dinámica de una “familia tóxica” lo primero que debemos aceptar es que esto es así nos guste o no. Muchas veces es necesario prescribir un alejamiento de nuestra propia familia para poder vivir con un poco de paz, puesto que el foco de conflicto se encuentra en su seno y entrar en contacto con las personas y situaciones conflictivas puede llevarnos a vivenciar una y otra vez las situaciones dolorosas.

En estos casos el trabajo terapéutico es muy recomendable, pues es en el marco terapéutico donde estos vínculos tóxicos y complejos pueden ser vistos, sentidos o presentidos, ya que fuera del contexto terapéutico son temas de los que no se habla por el gran dolor que acarrean, porque son temas vergonzantes, dolorosos que muchos optan por tapar.

Afortunadamente gracias a los trabajos de investigación de muchos analistas e investigadores de la psique humana podemos hoy en día ajustar estos vínculos y nuestros deseos para que nuestra vida este a la altura de lo que nosotros deseamos, de aquello que profundamente ansiamos y necesitamos (y no lo que se espera de nosotros) para poder SER.

Aceptar la naturaleza dual de la vida es todo un trabajo de transformación que comienza por nosotros y el lugar que ocupamos dentro de nuestras familias.

Nos guste o no la vida duele, la familia duele, pero el sufrimiento, este emerge de la negación y represión del dolor, de ti depende mirar de frente a la vida y dignificarte como persona a solas si es preciso.

La verdadera sanación y transformación del alma nace de enfrentar y reconocer nuestra sombra, después?….después ya no hay nada.

Fuente: Surá Lillo
Psicoterapeuta con Obsidiana (SITO)
Psicosomática Clínica (BIONEUROEMOCIO)

2 may 2014

Las 18 frases que más odian los estudiantes de psicología y psicólogos



Una nota de humor para empezar el fin de semana...como la vida misma...
A.B.


Atención estudiantes de psicología, y psicólogos. Todos han escuchado estas frases en algún momento de su carrera y si no es así las escucharan muy pronto así que a respirar profundo y fingir una linda sonrisa, cuando las escuchen.



01. ¿Estudias psicología? ¡Uff, no me vayas a leer la mente!

(Emmm no no tenemos poderes querid@s!!!)

02.“Eso” (la psicología), no funciona. 

Ah, psicología, tiene pinta de ser interesante, pero yo no creo en esas cosas.

03. “No me psicoanalices”

Ey, mejor no te cuento nada no me vayas a “psicoanalizar”

04. Ayer tuve un sueño rarísimo, ¿me dices lo que significa?

(Pues seguramente nada… Por lo general adivinar que quiere decir un sueño no nos va a cambiar la vida, y además para los que sí los contemplan tienen significados diversos)

05. Ah, si eres psicólogo tendrás que comprarte un diván de esos,no?

(Por supuesto, nos lo dan con el título de la carrera)

06. Ummm, los psicólogos son los que hacen test y esas cosas, ¿no?

A mi me encanta hacerlos, el otro día me hice uno y me dijo que mi coeficiente intelectual es de 90, ¿soy normal?

(Si claro…)

07. “Siendo psicólogo no deberías comportarte así…”

(frase preferida por los padres, hermanos, pareja, cada vez que tenemos alguna discusión... ¿Así como? ¿Como una persona normal con sus defectos y sus debilidades?)

08. Yo soy acuario, que me puedes decir de eso?

(¿Que naciste en febrero?)

09. Oye, tengo que dar una entrevista de trabajo, ¿que tengo que ver en las manchitas?

WTF..(Estupefacto...)

10. Uds. los psicologos estan todos locos

(Tenemos un punto de locura, pero de la sana, de esa que te hace ser algo especial y divertido...)

11. Deberías saber hacerlo porque eres psicólogo.

(Si claro, porque cuando nos graduamos también viene un anexo que sabemos hacer TODO)

12. “Yo es que, estoy muy loca”, “si yo te contara… Pensarías que estoy loca”.

Querid@s, los psicólogos no pensamos que nadie este “loco” … solo son dificultades psicológicas.

13. Ah y no olvidemos los asaltos en sitios raros…

Por ejemplo vas al banco, al ayuntamiento (a mi me paso con un taxista en un trayecto de 10 minutos… Imagínate)… Y sale por algún motivo el tema de a que te dedicas, y en cuanto lo dices, la gente te cuenta sus problemas a modo de vomitona, esperando los soluciones en esos 5 minutos… Aunque llegues tarde y tengas mil cosas en la cabeza, y gratis.

14. ¡Ir al psicólogo es para locos! (y yo no estoy tan mal)

(Problemas como: de pareja, ansiedad, dificultades de aprendizaje, o trastornos bipolares, estrés postraumático, trastornos obsesivo-compulsivo… ¿te parecen de “locos”? Eso es lo que tratamos los psicólogos)

15. ¡Que estafa ir al psicólogo! Deben ser ricos con lo que cobran

La colegiación, el seguro de responsabilidad civil, el alquiler del despacho, la cuota de autónomos, el material, y trabajo en casa no se pagan solos…

16. ¡Pero si la psicología no es una ciencia…!

¿Ah no? Y ¿entonces qué es? La psicología es, por definición, la ciencia que estudia el comportamiento humano.

17. Ahhh pero ¿no podéis recetar medicación?

No, no podemos, pero tampoco queremos, la función del psicólogo es dotar de estrategias a la persona y hacer terapia

18. ¿Para qué ir al psicólogo si puedo ir al psiquiatra? ¿Un psicólogo es menos no?

Son profesiones diferentes, que actúan en ámbitos y momentos diferentes, frecuentemente colaborando entre ellos


25 abr 2014

La abeja

Un abejorro se posó en una flor de cerezo, tomó su néctar, quedó saciado y se fue volando. Pero después le vinieron remordimientos. Se sintió como alguien que se hubiera sentado en una mesa abundantemente preparada sin haberle regalado al anfitrión ni un detalle que también alegrara su corazón. “¿Qué podría hacer?”, pensó, pero no lograba decidirse, y así pasaron semanas y meses. Finalmente la intranquilidad pudo con él. “Tengo que volver a la flor de cerezo y darle las gracias de todo corazón”, se dijo.

Se echó a volar, encontró el árbol, la rama, la hoja exacta donde antes se hallaba la flor, pero la flor ya no estaba.

Sólo encontró un fruto maduro de un intenso color encarnado. Al verlo, el abejorro se entristeció. “Nunca más podré darle las gracias a la flor de cerezo. La oportunidad está perdida para siempre. ¡Pero esto me servirá de lección!”, sentenció.

Mientras lo estaba pensando, percibió un dulce perfume: la corola rosada de otra flor le sonreía, y con todas sus ganas se lanzó a una nueva aventura.


Cuento de Bert Hellinger.

24 abr 2014

La fiesta


Alguien se pone en camino y, al mirar hacia delante, a lo lejos distingue la casa que a él le pertenece. Sigue caminando hacia ella y, al llegar, abre la puerta y entra en una habitación preparada para una fiesta. A esta fiesta vienen todos los que fueron importantes en su vida; y todo el que viene trae algo, se queda un tiempo y se va.


Así pues, vienen a la fiesta, cada uno con un regalo por el que ya pagó el precio entero, sea como fuere: la madre, el padre, los hermanos, un abuelo, una abuela, el otro abuelo, la otra abuela, los tíos y las tías y todos los que hicieron sitio para ti, todos los que te cuidaron, los vecinos quizás, amigos, maestros, parejas, hijos. Todos los que tuvieron importancia en tu vida y los que aún la tienen. Y cada uno que llega trae algo, se queda un poco, y se va. Al igual que los pensamientos que llegan traen algo, se quedan un poco, y se van. Al igual que vienen los deseos o el dolor. Todos traen algo, se quedan un poco, y se van. Y también la vida: viene, nos trae algo, se queda un poco y se va.


Después de la fiesta, la persona se encuentra colmada de regalos, y solo permanecen a su lado aquellos a quienes les corresponde quedarse aún un tiempo. Así, se acerca a la ventana y se asoma: allí ve otras casas, sabe que en su día también allí habrá una fiesta, y él irá, llevará algo, se quedará un poco y se irá”. 



Bert Hellinger