Si observamos alguna dificultad persistente en el desarrollo del niño, ya sea emocional, de conducta o bien de rendimiento, no dudaremos en comentar nuestras apreciaciones con el centro educativo de nuestro hijo para saber si necesita un apoyo más específico o especializado.
¿Qué le pasa al niñ@?
De repente se muestra agresivo, irritable, llora sin motivo aparente, dice que está triste, manifiesta cierta ausencia o déficit de atención en clase. Todos estos signos pueden ser indicadores de algo perturbador y ¿qué hacemos? En primer lugar, prestar atención a su comportamiento pero sin obsesionarnos, observando y registrando cuándo ocurre, cómo se produce y con qué frecuencia. Posteriormente, contrastaremos nuestra opinión con el tutor de clase, pues mientras nosotros conocemos a nuestros hijos en casa, él podrá completar nuestras observaciones aportando la visión desde el centro escolar (ya sabemos que pasan gran parte del día en él). El colegio, especialmente en Educación Infantil, es un entorno muy propicio para mostrarnos cómo el niño se adapta y se desarrolla en todos sus ámbitos: académico, personal, social, afectivo, motriz. Una vez intercambiadas las impresiones con el tutor, procederemos a decidir si es necesario o no consultar a un profesional.
El apoyo del centro educativo
En todos los colegios existe un Departamento de Orientación o gabinete psicopedagógico encargado de apoyar y orientar las líneas educativas. Diseña programas de intervención específicos tras la valoración psicopedagógica del alumno, donde se indican las acciones que se pueden llevar a cabo para superar determinadas dificultades.
Cuando el problema sea complejo, se encargará de orientar a la familia y derivarla al profesional que más pueda convenir. Cuando la situación se complica, los padres se plantean si deben acudir a un psicopedagogo, a un psicólogo o a un psiquiatra infantil..., ¿quién es el más indicado?
Según señalan los expertos, no se pueden delimitar y diferenciar con exactitud las funciones de cada uno de ellos. Podemos perfilar al psicopedagogo como aquel especialista encargado de analizar dificultades pedagógicas (bajo rendimiento, problemas de lectoescritura, déficit de atención...), el psicólogo se encargará de aspectos conductuales o cognitivos (baja autoestima, miedos...), mientras que, si nos encontramos ante crisis o patologías más graves, que necesiten una medicación determinada, el psiquiatra nos orientará, puesto que puede realizar tratamientos farmacológicos.
Sin embargo, en la realidad, es muy difícil separar las tres especialidades, pues el tratamiento de determinados casos, en muchas ocasiones, precisa de los tres en conjunto para lograr una mayor eficacia. Dependerá de las circunstancias y necesidades de cada niño en particular.
Para profundizar un poquito más en esta división entre los profesiones de educación y salud mental, reseñaremos brevemente sus funciones en los apartados siguientes:
El psicopedagogo y sus funciones
La orientación y el asesoramiento son elementos claves en la labor del psicopedagogo; básicamente, hablamos de una orientación metodológica y educacional, por un lado, y de una orientación vocacional y ocupacional, por otro, y está presente en todo momento una labor de tutoría. Es fundamental en su trabajo la detección temprana y la integración de los alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo, y también es tarea suya la detección de alumnos que destaquen por algún tipo de talento especial, junto al asesoramiento a padres, docentes, autoridades e instituciones en los momentos oportunos.
El psicopedagogo realiza el diagnóstico, seguimiento y tratamiento psicopedagógico, básicamente en el ámbito de la enseñanza, para abordar aspectos relacionados con el fracaso escolar y el abandono de las aulas, y tiene una importante cabida en gabinetes interdisciplinares para abordar acciones conjuntas en el centro educativo y en la comunidad.
El psicólogo
Este profesional se especializa en el estudio de los procesos mentales en sus tres dimensiones: conductual, afectiva y cognitiva; aparte de todas aquellas salidas profesionales vinculadas al ámbito educativo, en colegios y universidades, el psicólogo puede desarrollar su actividad profesional en diversas empresas (fundamentalmente en el campo de las relaciones laborales y en departamentos de selección de personal y recursos humanos), y en distintas clínicas u hospitales.
El psiquiatra
A diferencia del psicólogo, que considera los problemas del paciente como resultado de sus propias emociones personales, opiniones y relaciones con la familia, compañeros y otras personas ajenas, el psiquiatra enfoca el problema como resultado de una disfunción en el organismo del paciente. El psiquiatra es un licenciado en medicina que da más peso al aspecto orgánico que al psicológico y, por ello, tras su diagnóstico, tiende a recetar un fármaco; por el contrario, el psicólogo (clínico) mostrará unas pautas al paciente para su aplicación cotidiana y así reorientar aspectos de su personalidad en los que exista cierto conflicto.
Fuente: Revista Maestra Infantil Educación Especial. Año III Nº 9
No hay comentarios:
Publicar un comentario