18 feb 2013

El perdón




Todos hemos vivido situaciones traumáticas con personas con las cuales hemos tenido algún vínculo afectivo o emocional importante. Estas vivencias, cuando subjetivamente consideramos que nos han proferido un daño, despiertan en nosotros sentimientos de enfado, de rabia, tristeza, y consecuentemente de venganza y resentimiento hacia la persona o personas que nos han lastimado. 

Es normal, en un principio, que todo esto aflore, y nuestra misión será detectar cual es la emoción que subyace en cada uno de nuestros estados, reconocerla, apropiarla y sobretodo vivenciarla, no reprimirla, sino sentirla, expresarla y atravesarla. 

Solo expresándola y dándole un lugar para existir conseguiremos afrontarla y prepararnos para dejarla ir. Pero en muchas ocasiones esto no ocurre así, de forma que las emociones y los sentimientos negativos se anclan en nosotros, de forma patológica, se incrustan en nuestra vida y hacen que nos volvamos personas rencorosas, amargadas, tristes, vengativas. Nuestro lenguaje se vuelve soez, hiriente. Atraemos a otras personas que están en parecidas situaciones, ayudándonos a reforzar más nuestra penumbra. 

Cuando no conseguimos perdonar, nos quedamos anclados en el pasado, revivimos una y otra vez las situaciones dolorosas, impidiendo que podamos disfrutar de lo que está ocurriendo en el presente, en el aquí y ahora. Los sentimientos negativos cobran presencia en nosotros, y se transforman en nuestro presente, pasan a ser las gafas con las que descodificamos nuestra realidad, y situaciones y vivencias que de otro modo podrían ser asumidas como experiencias positivas y felices, las vivimos desde la desconfianza, desde la posibilidad de volver a pasar por situaciones que nos provoquen sufrimiento. 

Perdonar no significa olvidar, en el sentido de volver a poner la mejilla a quien te ha hecho daño, en el perdón va incluido aprender a protegerte de aquellos que no quieres en tu vida. Perdonar significa llegar a ese momento en el cual sustituyes los pensamientos de enfado o rabia hacia lo que te ha hecho daño, por nuevas personas, situaciones o cosas que en la actualidad son más importantes para ti, y que requieren toda tu atención. Una persona ha perdonado, cuando ha dejado ir al sufrimiento, cuando el sufrimiento no es en lo que uno piensa cuando se levanta y cuando se acuesta. Y evidentemente el factor "tiempo" es necesario para este proceso. Cuando uno no le da a la venganza, la rabia y el dolor por lo acaecido, un lugar importante en la mente, ha conseguido perdonar. 

“Te perdono, te olvido, te suelto y te dejo ir” 

Ana Taboada. Psicólogo.


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