16 feb 2013

Los niños "malos"



Hace años, en unas jornadas sobre la intervención temprana en niños, escuché de la boca de alguien que ni siquiera recuerdo el nombre, que no existen los niños malos….existen los niños lastimados.


Las carencias afectivas, la vivencia de situaciones conflictivas, malos tratos, abusos, o situaciones de represión emocional en la niñez, son algunas posibles causas de que algunos niños desarrollen serios problemas de conducta, dando como resultado comportamientos antisociales, agresividad, actos violentos, o lo que común y vulgarmente e se conoce como “maldad”.



Es demoledor escuchar, incluso por parte de los propios padres, cómo sus hijos les han salido falsos, traicioneros, mentirosos, malos, y que solo les traen problemas. Los hijos no son educados de forma aislada, no adquieren la educación de la nada, la adquieren de su entorno más cercano, y si llegado un momento, presentan problemas de conducta o comportamientos de “maldad”, habrá que preguntarse qué es lo que ese niño ha vivido y cómo lo ha vivido, para que necesite expresar su rabia, dolor o incomprensión, a través de conductas en las que persiga perjudicar o dañar a otros.

A día de hoy me sigo preguntando qué ha sido antes, ¿el huevo o la gallina?, ha surgido una conducta disruptiva en el niño, y los padres la han reforzada con una mala intervención, o los padres han herido la dignidad del niño y este ha protestado con una conducta disruptiva. En cualquiera de los dos casos, el resultado es el mismo, se establece un bucle en el que siempre se repiten los mismos pasos, conducta disruptiva-mala intervención-más conducta disruptiva-más mala intervención-etc, y así sucesivamente.


La solución pasa por, inicialmente, dejar de atribuir a los niños maldad y malas intenciones, y tratar de averiguar, primero, qué parte emocional del niño está dañada, y segundo, cuál es la mejor intervención para restablecer esa parte dañada, y crear patrones de relación entre padres e hijos sanas y constructivas.

Una posible causa de problemas de conducta en los niños, son en muchas ocasiones los sucesivos ataques a la dignidad de los chicos, confundiéndolos probablemente con el derecho a ejercer el poder como padres, o marcar unos límites a sus hijos. Los límites son necesarios, pero se pueden marcar con amor y de forma que el niño no vea lastimada su integridad como persona.

Ejemplos de ataques a la dignidad son: golpes, agresión física, agresión verbal, privación de intimidad, insultos, represión emocional, control y manipulación emocional (decirles cuándo deben llorar, cuándo deben reír, cuándo estar triste…), comparaciones con otros chicos, o comentarios del tipo de: “eres un desastre”, “solo nos traes problemas”,” todo lo haces mal”, “no llegarás a nada en la vida”, “eres un niño malo” etc…

Me pasma, como algunos padres, a pesar de ser informados de estas circunstancias y estos procesos, todavía siguen justificando sus métodos, y sus actuaciones, y acusando a sus hijos de malos niños. Siento tener que decir que en muchos casos de niños con problemas de conducta, no existe un “fracaso“ del niño, sino una dificultad enorme por parte de los padres en el abordaje de la intervención con sus hijos. A veces me parece increíble tener que recordar a los padres que ellos están dotados de miles de recursos con los cuales armarse de paciencia y fortaleza para educar a sus hijos, al contrario que estos, que se encuentran en plena adquisición de esos recursos, y que por lo tanto “juegan” con mucha desventaja.


Con los cual, a la frase de aquel ponente, yo añadiría lo siguiente: “No existen niños malos, existen niños lastimados, y padres lastimadores”.


Cuando volvamos a encontrarnos con un niño “malo”, preguntémonos qué educación deficitaria está detrás de ese niño. Dejemos de culpar siempre a la parte más débil. Es como si responsabilizamos a un molde de plastilina por tener esa forma….olvidándonos de que alguien ha tenido que dársela.



Ana Taboada. Psicólogo.






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